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Diferencias y repeticiones

Por Dardo Scavino 4 de abril de 1999

Publicado en Clarín - Suplemento de Cultura

"Este ejemplo no pertenece a Gilles Deleuze sino a otro filósofo francés, Henri Bergson, quien lo invocaba a menudo para mostrar qué era una singularidad concreta. Hacia fines del siglo XIX, este filósofo la definió como una multiplicidad de mutua implicación para distinguirla así de las multiplicidades de yuxtaposición, aquellas cuyos elementos permanecen exteriores con respecto a los demás, como suele suceder con cualquier conjunto de cosas que coexisten en el espacio. Podría decirse que esta distinción entre dos tipos de multiplicidades funda justamente el bergsonismo, una corriente de pensamiento que se prolonga en Francia hasta la filosofía del propio Gilles Deleuze.Este filósofo resumió estas dos multiplicidades en su concepto de disyunciones inclusivas. Por un lado, en efecto, todo es disyunción, porque ahí donde hay una cosa no puede haber nunca otra: o esto o aquello. Pero por el otro, las cosas se presuponen mutuamente, de la misma manera que cada nota de la melodía incluye a todas las demás. Es lo que Deleuze llamará un plano de inmanencia, ya que el todo resulta inmanente a cada una de las partes, pero a cada una según su modo propio.Pero no habría que olvidar tampoco en qué momento este filósofo comienza a construir su sistema filosófico. Son los años sesenta, y en Francia comenzaba a imponerse el estructuralismo, un método de estudio en ciencias sociales inspirado en la lingüística de Ferdinand de Saussure. Este profesor suizo había definido la lengua como un sistema de diferencias sin términos positivos, ya que cada signo se caracteriza por su relación con los demás elementos de la estructura. Así, el valor del fonema u no será el mismo en inglés y en español, aunque utilicemos la misma letra para representarlo.Pero incluso dentro de una misma lengua, la significación de un término puede variar de acuerdo con el contexto discursivo en que se encuentre. El sustantivo pan no tendrá el mismo valor en la pancarta de una manifestación obrera y en el poema Los heraldos negros de Vallejo, ya que en la primera evoca un salario digno y en el segundo alude más bien a la fe o a la esperanza. Las palabras que componen este poema están aparentemente yuxtapuestas, situadas una al lado de la otra sobre la página en blanco, pero a decir verdad cada una de ellas implica las demás, como si conservara la memoria virtual de sus vecinas.No resulta extraño entonces que Deleuze haya encontrado en el concepto saussuriano de sistema un parentesco con las multiplicidades de mutua implicación del bergsonismo. Aquel método parecía responder incluso a las exigencias de precisión que Bergson reclamaba para la filosofía: se trataba de mostrar las diferencias en las repeticiones y las repeticiones en las diferencias. Así Foucault dirá que una frase como las especies evolucionan no tiene el mismo sentido en un texto de Lamarck y cuando proviene de uno de Charles Darwin. Porque ese enunciado supone en cada caso sistemas heterogéneos, divergentes y hasta contradictorios.En su Lógica del sentido, Deleuze hubiera dicho que ese enunciado predica algo sobre las especies pero expresa además el sistema de donde proviene. La impotencia del pensamiento comienza con la descontextualización, con el aislamiento o la abstracción de un elemento, con la confusión de la parte y el todo. Entonces se perciben repeticiones ahí donde hay más bien diferencias, y aparentes diferencias ahí donde se repite, aunque resulte difícil percibirlo, una misma totalidad virtual.La embriología sabe hoy que dos células aparentemente idénticas pueden engendrar, tras un proceso de clonación animales diferentes, porque cada una de ellas conservó la memoria genética de la totalidad singular a la cual pertenecía. De manera que las células de un mismo organismo se implican mutuamente aun cuando, desde una perspectiva espacial, cada una de ellas parezca exterior a sus vecinas.Diferencia y repetición será el título de un libro fundamental de Deleuze, el que sentará las bases de su sistema filosófico. ¿La filosofía sería capaz de crear los conceptos ontológicos que las nuevas ciencias requerían? Era ya la pregunta que inspiraba a Bergson ante los avances de la psicología y la biología de su tiempo. En este aspecto, Deleuze siguió siendo fiel a la exigencia del maestro.Pero además, aquella distinción bergsoniana entre dos tipos de multiplicidades le permitirá a Deleuze renovar la lectura de filósofos como Spinoza o Leibniz. El primero concebía dos atributos de la substancia o el ser: la extensión y el pensamiento. Desde el punto de vista de la extensión, cada cosa resulta exterior a las demás; desde el punto de vista del pensamiento, en cambio, encierra en su interior todas las otras. Por su parte, Leibniz sostenía que las diversas mónadas, ubicadas en distintos puntos M espacio, se expresan mutuamente pero desde distintas perspectivas, como si cada una envolviera a todas las demás.Ya en su sexta tesis sobre Feuerbach, Karl Marx decía que la esencia humana no era una cosa abstracta, inherente al individuo aislado, sino el conjunto de relaciones sociales del cual él participaba. En este mismo sentido, Deleuze agregará que la esencia de las cosas no puede confundirse con su imagen espacial, cuando se presenta como algo meramente exterior a lo demás. Esa esencia hay que buscarla en su solidaridad estrecha de las otras, en su entrelazamiento o en sus implicaciones mutuas. No existen términos simples anteriores a las relaciones, porque esos términos ya son, por sí mismos, relaciones. Pero tampoco existe una totalidad cerrada sobre sí misma, ya que ella se constituye gracias a su relación con otra cosa.El pensamiento de Deleuze se inscribe entonces en una larga tradición que se remonta a los estoicos pasando por Spinoza, Leibniz o Marx, hasta llegar a Nietzsche, Bergson o Whitehead. De uno u otro modo, todos ellos pensaron que las cosas no se definen por la relación de cada una de ellas, por separado, con una instancia superior (Dios, Conciencia o Lenguaje) sino por sus relaciones recíprocas con todas las demás. En fin, de uno u otro modo ellos opusieron la cooperación, la solidaridad o la inmanencia a las pretensiones religiosas, estatales o mediáticas de la trascendencia."

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