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La eterna capacidad de leer

Por María del Carmen Rodríguez 8 de septiembre de 2007

Publicado en La Nación - ADN Cultura

"En 1987, cuando el historiador chileno Víctor Farías presentó su famoso libro, Heidegger y el nazismo, como un informe abrumador acerca de la ""militancia"" del filósofo alemán en el nacionalsocialismo, no faltaron voces que se alzaran contra el simplismo de ese libro mediático. Entre ellas, la de Jacques Derrida y la de Philippe Lacoue-Labarthe (1940-2007), filósofo, germanista, traductor y profesor de filosofía y estética en la universidad de Estrasburgo, que publicó en ese momento un artículo en Le Journal Littéraire y lo retomó en el libro que estaba finalizando, La ficción de lo político. Allí, sin minimizar la responsabilidad política de Martín Heidegger, califica el trabajo del chileno de ""deshonesto"", ya que -arguye- los discursos que cita como ""prueba"" están resumidos o tergiversados, y la incomprensión filosófica de la obra de Heidegger, de quien el autor dice haber sido alumno, ""deja pasmado"". Si el efecto de ese libro -agrega- es ""disuadir de la lectura de Heidegger y cerrar las posibilidades de interrogación, sería una catástrofe. Pero no queremos desesperar de la capacidad de leer..."" Claro es que no abundan lectores, escritores, filósofos, traductores con la capacidad que Lacoue-Labarthe desplegó en su obra: en los libros escritos con Jean-Luc Nancy (desde El título de la letra , de 1972, hasta El mito nazi , de 1991); en tantos otros consagrados a la poesía, a Wagner, a Nietzsche o a Hölderlin (a quien tradujo al francés), o en los que planteó la ""mimetología"" (teoría en que el abordaje filosófico de lo político y lo histórico se entrecruza con la representación), como Poétique de l' histoire (""Poética de la historia"", 2002), el más reciente de esa serie. Pero su obra más reconocida mundialmente es la referida a Heidegger, a quien admiraba profundamente y cuya posición política constituyó, para él, una fuente inagotable de inquietud. Valgan como ejemplo, en 2007, las publicaciones en español de Heidegger: la política del poema (2002) y de esta presentación y traducción -la cotraductora es Ana Samardzija- de la conferencia ""La pobreza"" (2004), vertida con arte a nuestra lengua. La ""presentación"" de Lacoue-Labarthe -nutrida con exquisitas notas- cuadriplica la traducción de la conferencia que, en las versiones francesa y española, acompaña al original en alemán. La conferencia -el texto proviene de la obra póstuma de Heidegger y se publicó por primera vez en este libro- tuvo lugar el 27 de junio de 1945, en un contexto más que significativo. A fines de la Segunda Guerra Mundial, cuando las tropas aliadas ya habían ocupado Friburgo, una parte de la Facultad de Filosofía de esa ciudad se trasladó, desde abril hasta junio, al castillo de Wildenstein, donde Heidegger dictó un seminario y cerró ese singular semestre universitario con esta conferencia. Su situación era más que delicada, ya que debía comparecer ante la comisión de depuración por su adhesión al nacionalsocialismo -pasajera, pero de la que nunca se retractaría en lo esencial- en el siguiente mes de julio. Heidegger abre la conferencia con una cita que le atribuye a Hölderlin (elide que la autoría de la frase es ""dudosa""), que se repite a modo de escansión en la meditación que introduce: ""Entre nosotros, todo se concentra sobre lo espiritual, nos hemos vuelto pobres para llegar a ser ricos"". Luego, como es habitual cuando parte de una cita, el filósofo se detiene en cada una de las palabras, las somete al fino tamiz de la etimología y/o de la interpretación, y retoma la sentencia en su conjunto. El lector sabrá seguir paso a paso ese camino, tan magistral como alusivo y elisivo, así como la minuciosa ""presentación"", enriquecida con extractos de Hölderlin y referencias a los cursos, conferencias y declaraciones de Heidegger que, desde 1934 hasta 1944, conducen a esta ""meditación"" sobre ""la pobreza"". Así como todo parece indicar que, en 1945, en pleno desastre, Heidegger requería aún de Alemania una ""revolución espiritual"" que fuera más allá de la metafísica y de su dominación mundial en tanto técnica, las indicaciones claras y exhaustivas que iluminan el texto indican que Lacoue-Labarthe jamás desesperó de la capacidad de leer. Entre quienes piensan que hay que leer la obra del filósofo alemán sin considerar su participación política y quienes dictaminan que no hay que leerla a causa de esa ""falta"", Lacoue-Labarthe tomó el camino más arduo y fructífero: el de cuestionarse la relación-escisión entre lo filosófico y lo político que, sintomático en Heidegger, es uno de los indicios de la crisis del pensamiento occidental. Vale la pena seguirlo."

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