El sueño es el guardián del dormir, y el sueño fracasado permite discernir el mecanismo y la constitución del aparato anímico. De día, ciertos pensamientos preconcientes provocan resonancias en el deseo reprimido; inconciliables con otras exigencias del yo, se los mantiene en estado de latencia. De noche, consumada la regresión al narcisismo del sueño, aquel deseo los tramita y se expresa en las imágenes oníricas. Desexualización diurna, pues, y sexualización nocturna, mediadas por un estado de latencia: es la alternancia que recorre toda vida anímica en sus dimensiones cotidiana, evolutiva, filogenética, y en un permanente juego de instancias en el interior del aparato psíquico. Y es también la clave del funcionamiento mental. El día, la noche: es la repetición de una diferencia. Los autores instalan la alternancia del juego último de las pulsiones primordiales en el tronco conceptual del estructuralismo francés: la alternancia misma es la repetición de una diferencia.