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Deseo: realidades y fantasmas

Por Juan Malpartida 28 de abril de 2012

Publicado en Diario ABC - Cultural

"La relación entre el deseo y el reconocimiento de su objeto, del deseo y la conciencia, es uno de los temas que desde el siglo XIX no han dejado de despertar interés en la filosofía y la psicología. Por otro lado, es viejo como el pensar mismo (Platón, Montaigne, Hume, Spinoza, Diderot). Judith Butler publicó hace ya treinta años Sujetos del deseo, donde se estudia este asunto en Hegel y su deriva en el pensamiento francés, especialmente en Sartre, Kojève, Hyppolite, Lacan, Foucault y Derrida, consciente de que dejaba a un lado a autores de la importancia de Bataille, y de que, no siendo una historia de esta idea, tampoco estudiaba a Husserl y Heidegger. Es el problema, a veces, de los trabajos de tesis, por muy valiosos que sean, como es el caso: que aunque vean algo iluminador a un lado tienen que seguir por el camino marcado. Conciencia negativa Butler, de quien tenemos en esta misma editorial Dar cuenta de si mismo. Violencia ética y responsabilidad, siguiendo en parte la estela abierta por Foucault, ha dedicado notables y controvertidos estudios a la sexualidad y el poder, la identidad sexual, etc. Es decir, que ha continuado, pero de otra manera, su exploración acerca de la constitución del sujeto y la alteridad. Butler no estudia a este o aquel deseante, sino a un sujeto universal y abstracto cuya génesis especulativa, tal como se propone estudiar la filósofa norteamericana, está en la Fenomenología del espíritu. Tratándose de Hegel la pregunta pasa por saber si la filosofía puede apropiarse el deseo sin perder su estatuto filosófico, es decir: si es posible volver racional el deseo. Tanto Spinoza («el deseo es la esencia del hombre») con Hegel pensaron el deseo como racionalidad inmanente y que, al mismo tiempo, es metafísico porque supone su búsqueda fundamental. Hegel identificó la autoconciencia con el deseo, y en cuanto que tal está fuera de sí. Conciencia de una falta, es leído como negatividad en el sentido de que deseo expresa lo que no es, una carencia: el imaginario que busca la transformación de la diferencia en identidad. El mundo se desvanece Dicha negatividad es enormemente productiva. Butler lee la Fenomenología, en parte, como una trama novelesca: el relato de la peregrinación de la conciencia y el viaje mismo, puesto que su lenguaje se construye al tiempo que se realiza la exploración. Se trata de la restitución de lo Absoluto como principio que se origina en varias fuentes, una de ellas la conciencia humana. Como es sabido, Sartre hizo de la conciencia una negación y del deseo (la pasión) algo inútil: no hay reconocimiento entre lo que es para mí y lo que es en sí. Lacan pensó algo parecido, lo inevitable de dicha insatisfacción, mientras que Deleuze y Foucault, tal como nos lo presenta Butler, apoyándose ambos en Nietzsche leen el deseo como exceso y plenitud. No podemos apuntar aquí mucho más de este inteligente estudio, solo incidir en la necesidad de releer a Hegel que pensó la conciencia como autoconciencia que refleja, en sí misma, su calidad de ser otro. Al desear, nos perdemos en el mundo, al desear nuestro yo, el mundo se desvanece. La verdadera percepción de nuestro yo no es la identidad del mismo sino su constitutiva alteridad que nos hace, de nuevo, desembocar en la vastedad."

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