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La amenaza de lo ajeno

Por Pablo Esteban Rodríguez 15 de mayo de 2005

Publicado en La Nación

"La aparición en español de Immunitas. Protección y negación de la vida obliga a preguntarse acerca de la importancia de la filosofía italiana en el pensamiento contemporáneo. En una entrevista reciente, Roberto Esposito aceptó gustoso el envite a pesar de las trampas de creer que ""la filosofía"" tiene límites precisos y que darle una nacionalidad es definir una especificidad. Pero Esposito responde que sí: existe una filosofía italiana, es una filosofía política y su importancia puede deberse a que toda filosofía es hoy política. Haciendo abstracción de sus diferencias, hay en las obras de Esposito, Giorgio Agamben, Paolo Virno y Toni Negri, efectivamente, cierta unidad de problemas y un hambre de pensamiento que hurga en las grandes filosofías de la modernidad, la francesa y la alemana, para inventar otro paisaje teórico. Si existe una ""nueva filosofía italiana"", se define por renunciar a su italianidad. Al no creerse centro, Italia goza de la libertad teórica de la periferia. Esposito es quizás el autor más delicado e intrincado de ese continente. Su modo de proceder se asemeja al de la elaboración de una torta galesa, cuyo secreto parece residir en que se guarda un trozo de masa de la torta actual para el amasado de la torta del año siguiente, y así sucesivamente. Cuando escribió Communitas. Origen y destino de la comunidad, la pregunta acerca de qué es una comunidad hizo despuntar las condiciones de la inmunidad, tema del presente libro. Como en éste se atisba el problema de la definición de la vida y de la existencia de la biopolítica, su nuevo libro, aún no traducido, se llama Bios. Biopolítica y filosofía. Incluso en el interior de cada capítulo de Communitas e Immunitas existen derivas que, como grandes notas al pie, conectadas entre sí como si fueran un segundo libro, desarrollan aspectos dejados a un lado por la argumentación principal. No se trata de un proyecto por etapas donde se encadenan los conceptos sin mezclarse. Esposito parece estar allí donde escribe, no gobernando o anticipando lo que vendrá. Eso le da un sabor peculiar a la sucesión que, a pesar de no estar determinada como un sistema, ofrece una explicación estructurada del problema tratado. La pregunta de Immunitas es por qué tenemos una necesidad tan acuciante de protegernos según la semántica, desarrollada en Communitas, que define un adentro cálido y un afuera amenazante. El sentido común responde: existe la inseguridad, existe el terrorismo, debemos defender la vida. Pues bien, razona Esposito, amenazas a la vida social por parte de la vida social existieron en todas las épocas, pero nunca como en ésta la lengua de la protección y la inmunidad se habla en tantos dominios diferentes. ""La hipertrofia de los aparatos de seguridad que caracteriza cada vez más a las sociedades contemporáneas"" no tiene nada que ver con la proporción de los peligros, porque ""en vez de adecuar la protección al efectivo nivel del riesgo, tiende a adecuar la percepción del riesgo a la creciente necesidad de protección, haciendo así de la protección uno de los mayores riesgos"". A partir de desbancar la idea tradicional de comunidad como lo propio mediante la raíz latina munus, que expresa ""la deuda en común"", Esposito analiza cómo, a lo largo de la historia, se buscaron instancias para quedar exento de esa deuda. Es una historia de legados múltiples que culmina cuando la teoría política y la antropología filosófica moderna derivaron en lo que se conoce a partir de Foucault como biopolítica y, de allí, en la biología que estudia el sistema inmunológico y está en el centro de las preocupaciones sanitarias actuales, comenzado por el sida. El problema de la definición de lo común como lo propio y de lo ajeno como la amenaza se despliega a lo largo de la historia dentro del triángulo que conforman la religión, el paradigma jurídico y el paradigma biomédico. El elemento que tensa los límites del interior y el exterior es el phármakon, a la vez medicina -que sana y salva- y veneno -como los antídotos y las vacunas- que necesita ser inoculado en dosis bien administradas. La vida sólo puede ser mantenida a condición de ""hacerle probar"" un poco de muerte. Según la intensidad de los lazos entre los puntos del triángulo mencionado, en el registro de la comunidad el gran problema es el religioso de la carne, en el registro de la sociedad -como lo opuesto a la comunidad- es el biopolítico de la población, y en el registro del individuo atenazado entre comunidad y sociedad es el biomédico del cuerpo. La ""metafísica de la apropiación"" del phármakon hace que ""cuanto más quiere el individuo defender lo propio contra lo ajeno, más debe dejarse apropiar por la colectividad destinada a defender esa defensa"". Por eso en el mundo contemporáneo la exacerbación del individualismo coincide con el paroxismo de la seguridad y la histeria de buscar responsables en los demás. Todos queremos ser inmunes a nuestro propio phármakon, sin saber que en él descansa la inmunidad. Este andamiaje conceptual libra varios hallazgos: el desarrollo de la categoría de compensación como pivote de la relación entre religión y política -que quedó consagrada justo cuando la modernidad clamaba su carácter secular-, la delimitación de un nuevo biologicismo -que retoma y trastoca los términos que hicieron posible el camino trágico de la modernidad hacia el nazismo- y una interpretación de la biopolítica foucaultiana -cuyos problemas señala- que se marca en contrapunto con las teorías de Agamben, Negri o Virno. La clave, que permite atisbar una ""inmunidad positiva"", reside en el vínculo entre biopolítica y técnica, donde los límites entre interior y exterior se borran en el cuerpo para dar lugar a los implantes y las cirugías estéticas. Este vínculo permite abrir al pensamiento el otro límite fundamental, el de la vida y la muerte, sobre el cual se interviene sin poder digerir moralmente las consecuencias. Esposito ha tomado varios riesgos teóricos en Immunitas, mucho más aún que en Communitas, donde la exégesis de autores aún superaba el trazado de problemas. Y los tomó con la ""insuperable fineza hermenéutica"" que atribuye a uno de los pensamientos estudiados en la obra. Pero a veces la argumentación pierde tensión al toparse con teorías cuya vinculación con el tema principal es demasiado forzada. Además, al hablar de ""protección y negación de la vida"", falta una opción teórica acerca de qué es vida, o un recorrido que permita poner en escena hitos fundamentales como las diversas formas que asumió el vitalismo en la modernidad o la considerable redefinición de los procesos vitales a partir de la genética y la biología molecular. En este sentido, la cuestión de la nacionalidad de la filosofía parece sembrar confusión, pues el planteo general de Immunitas es muy próximo al del filósofo alemán Peter Sloterdijk acerca de la inmunidad, sin que ambos autores se citen al respecto. Seguramente el autor separó esta falta de la masa de Immunitas para poder darle un gusto especial a Bios. Si es así, los lectores de habla hispana esperamos disponer cuanto antes de su traducción -en el formato de una edición tan cuidada como las de Communitas e Immunitas-, lo cual nos permitirá devorar esa promesa de sabor que surge y se retrae para sostener el vigor de la obra de Esposito y de la filosofía política italiana."

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