Publicado en Imago Agenda N°127
Los analistas que no retrocedemos ante los niños nos encontramos a menudo en el consultorio con declaraciones diversas acerca de los avatares que nuestros jóvenes pacientes atraviesan cuando enfrentan a los distintos personajes que representan la autoridad. También ocurre que a menudo son los propios padres, madres o parientes de nuestros analizantes, quienes declaran tener inconvenientes para ejercerla o para hacerla respetar. Igualmente, en algún momento será inevitable que nos pidan la receta para lograr ponerla en funcionamiento, para que resulte acatada. Entonces, un poco influidos por los medios masivos y por algún que otro título que últimamente ha visto la luz, nos atrevemos a preguntar: ¿estamos atravesando un momento histórico en el que la autoridad resulta cuestionada? ¿Estamos viviendo una crisis de la autoridad? Si nos corremos un poco de la perspectiva apocalíptica, vemos surgir en todo su esplendor un problema teórico que históricamente los psicoanalistas han descuidado: la noción de autoridad. Claro está que nuestro país es un ambiente «sensible» a un término tal. Luego de la última dictadura y de las atrocidades cometidas durante aquellos años, cuesta enfrentar algunos temas: en el pensamiento, la autoridad rápidamente se corre al autoritarismo y de allí al poder. Lo demás, es conocido y excede el espacio de esta columna.